Los primeros días de Noah en casa fueron muy tranquilos, se pasaba los días en su camita durmiendo, se despertaba para comer y de nuevo a dormir. ¡Lo que daría ahora por que volviera a ser así de buena! Nos pasábamos el día observándola para no perdernos ningún detalle nuevo que hiciese, aunque poco hacía la grandullona que sólo quería dormir.
Al parecer le gustó mucho su nueva cama.
Al poco de estar Noah en casa me llevé mi primer gran susto, me di cuenta de que Noah había vomitado parásitos, cosa que explicaba el por qué estaba todo el día tranquila. Esa misma mañana la llevamos a la veterinaria, donde la desparasitaron.
Al par de días de esto, dio un cambio radical, empezó a tener mucha más vitalidad y a ser una cachorra revoltosa y juguetona. Se volvió hiperactiva, no podía estar más de dos minutos en el mismo lugar, estaba todo el día encima de nosotros para que la acariciásemos... Fue un cambio positivo, que nos alegró la vida aún más con todas sus travesuras, ¡aunque hay momentos que echamos de menos un poco de tranquilidad!
Su papi todo el día molestándola para que no durmiese.